El mundo no está por la labor de buscar la verdad, sino su
verdad. Cada cual busca lo que le interesa y trata de aprovecharse de lo que le
beneficia. No escucha y hace oídos sordos a los problemas de los otros y sólo
piensa en vivir lo mejor que puede, incluso a costa de los demás.
La situación es que estamos en el mundo y debemos permanecer
en él, pero no de cualquier manera, porque si nos quedamos solos y de espalda a
Dios estamos vencidos. El Maligno se apodera de nuestras debilidades y nos
somete con su astucia y su poder.
Por lo tanto, es
cuestión de no despegarse del Señor y permanecer en Él. El Espíritu Santo
saldrá en nuestra defensa y nos auxiliará para que nuestra naturaleza, débil y
frágil, no se derrumbe y persistas firme en la fe y en la esperanza de que con
Él venceremos.
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