María vivía en esa esperanza de salvación que todo hombre
experimenta. Pero, María, creía profundamente y estaba abierta a la acción de
Dios. En esa actitud, Dios la eligió para que fuese su Madre, y María, creyó y
acepto el reto de ser su esclava y vivir en su Voluntad.
La pregunta es muy simple: ¿Aceptamos también nosotros la
llamada del Señor que comienza en nuestro Bautismo? ¿Creemos que Jesús nos
llama y que, en Él, podemos experimentar nuestra salvación? Salvación que
consiste en liberarnos de las esclavitudes que nos somete el pecado en este
mundo
Porque no somos
libres. Tenemos muchos apegos, dependencias, sometimientos, y responsabilidades
que nos obligan a veces a actuar contra la verdad. Y muchas flaquezas que nos
impiden ser como realmente queremos ser. Experimentar eso es tomar conciencia
de que sólo en el Señor podemos alcanzar la verdadera libertad.
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