Se hace difícil
valora a alguien de nuestra casa. Su cercanía, su conocimiento y sus orígenes
nos acostumbran a no darle importancia. Y dependiendo de sus raíces le
valoramos. De modo que a alguien de procedencia humilde nos cuesta mucho darle
importancia y valor.
Es cierto, y lo
sabemos por experiencia que nadie es profeta en su tierra. Cuesta realmente
destacar y se notorio entre los tuyos. Posiblemente la confianza, la
convivencia y la confianza nos hacen ver su obra con cierta indiferencia y poco
interés. Hasta el punto que la desvaloramos o le damos la espalda.
Eso lo vivió Jesús de Nazaret en su propio pueblo. Allí poco
pudo hacer y tuvo que ir a otros lugares para misionar su obra y proclamar su
Palabra. Ocurre que también hoy sucede lo mismo, pues oímos su Palabra por amigos,
vecinos y personas de nuestro entorno sin hacerle mucho caso ni ponerle
atención.
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