sábado, 3 de septiembre de 2016



Las leyes nacen con el objetivo de regular y defender lo bueno y el bien. Es decir, prevalecer en la verdad y en la justicia sobre lo que es falso, mentira y perjudica al hombre. Pero muchas leyes son propuestas y escritas desde la mentira, porque no buscan el bien del hombre sino someterlo.

Este es el caso del Evangelio del sábado, donde Jesús desmiente la ley del sábado, valga la redundancia, que somete y limita al hombre a la ley, y no a su beneficio y bien. Porque el centro del universo es el hombre, creado por Dios para que lo administre en su provecho.

No es cuestión de poner leyes que impidan realizarse al hombre, porque eso sería inferior a la Ley Natural, que Dios ha impreso en el corazón de cada hombre para que, empleando su sentido común se sirva de todo lo creado de forma justa y en verdad.

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