lunes, 18 de julio de 2016




No nos acordamos de santa Bárbara sino cuando truena. Ese es el refrán y también la realidad. Porque ocurre así. Sólo en los momentos de vacas flacas es cuando levantamos la cabeza y miramos al cielo. Y el Señor aprovecha esos momentos para iluminarnos y hacernos caer en su presencia.

Pero nosotros, indiferentes, seguimos exigiendo pruebas y signos. Y eso que todo lo hemos recibido de forma gratuita. No merecemos tanta misericordia y tanta paciencia. Y no se nos dará otra prueba que la Resurrección del Señor. Es el pilar y fundamento de nuestra fe.

Se ha cumplido todo y, por último, la Resurrección. Ahora podemos y tenemos a Alguien en quien podemos depositar toda nuestra confianza, porque en Él ha tenido todo cumplimiento. Él es el Salvador, el Camino, la Verdad y la vida.

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