domingo, 20 de marzo de 2016



La entrada de Jesús en Jerusalén no presenta estas comunes características a todo evento de victoria y triunfo. Jesús se presenta pobre, montado en un borrico, que de conocerse el nombre sería famoso, que da muestra de debilidad y pobreza, y transmite paz.

Es aclamado en honor de multitudes, pero una aclamación apoyada en apariencias o mal entendidos, porque cuando advierten que su arma más poderosa es el amor, no parecen muy satisfechos con la estrategia a seguir.

Eso de amar a los enemigos y poner la otra mejilla no se entiende desde el poder y la fuerza. Para el hombre la victoria se logra con poder y fuerza, y eso de amar y perdonar es cosa de debilidad. Por eso, Jesús, tan pronto como es aclamado, es rechazado y condenado. Sin embargo, la única arma que puede vencer y lograr la paz es el Amor.

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