El hombre necesita leyes para disciplinar sus apetencias y
egoísmos. Sin embargo, sabe de su debilidad y que está tentado a incumplirlas.
Pero su mirada es diferente cuando quien las incumple es otro y no él. Ese es
el mayor pecado, atrevernos a juzgar sin misericordia.
Cuando pasamos por la experiencia de estar cerca de quien la
incumple, actuamos de otra manera, comprendemos la debilidad y el pecado, y
proponemos y estamos dispuestos a perdonar. No es lo mismo considerarnos
pecadores que justos.
Por eso, Jesús, ha
venido a salvar a los pecadores, a los que necesitan perdón y misericordia,
porque por sus debilidades necesitan ser perdonados. Y sólo en el Señor
alcanzan la Misericordia y el perdón.
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