sábado, 20 de febrero de 2016



La vida pone a todos en su lugar, pero hasta que llegue ese momento suceden cosas que no son verdad. Por ejemplo, se dice de alguien que es bueno hasta que deja de serlo. Y ocurre que muchas personas que son buenas, a la hora de perdonar, sobre todo a los enemigos, no ceden ni perdonan.

La auténtica y verdadera bondad es aquella que perdona hasta las faltas de los que son tus propios enemigos. Y nos puedes decir que nadie ha hecho eso, pues Jesús, clavado en la Cruz, lo expresó claramente disculpando a los que le habían condenado.


Por eso, Él nos dice que la diferencia entre ser bueno y no serlo está en perdonar todo, lo que te hacen los amigos, pero también los enemigos. Porque así es nuestro Padre Dios, que hace salir el sol para buenos y malos.

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