martes, 13 de octubre de 2015




Nos cuesta mucho abrirnos al pensamiento o las tradiciones de otros. Muchas veces porque estamos apegados y cerrados a la forma de entender la vida. La nuestra es la correcta. Y otras, porque nos interesa entenderla como lo hacemos.

De esta forma, la vida es un cúmulo de normas que, nosotros mismos, vamos aceptando, poniendo y conformando en nuestra vida. Ocurre que a veces escondemos lo que nos interesa y lucimos lo que queremos que vean.

Estas apariencias engañan y esconden la verdad. Es lo que Jesús denuncia en el Evangelio cuando fue invitado a comer a la casa de aquel fariseo.

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