Lo sabemos, hay miedos en lo más profundo de nuestro corazón. Miedos que nos impiden quizás acercarnos a Dios. Ha ocurrido siempre. El respeto humano tiene mucho poder sobre nosotros.
Nicodemo padeció esa situación, pero, aunque fuese a escondida y de noche, se enfrentó a sus miedos, y buscó a Jesús. Sabía que en Él había más que un hombre.
¿Y nosotros? ¿A qué esperamos? ¿Somos capaces de vencer nuestros miedos?
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