Si entiendes que todo tu camino exige la perfección,
comprenderás que cada paso exige su propio esfuerzo, pues el conjunto de todos
tus pasos sumarán en ese sentido y tu meta será alcanzar la perfección. Por
eso, siempre necesitas exigirte y nunca relajarte ni creer que ya has llegado.
Podrías rendirte cuando estás cerca ya de la meta, porque el
Maligno acecha el momento que tus pasos pierdan el ritmo bueno y verdadero y
perderlo todo. No pierdas la verdadera esperanza y visión de que Jesús está
contigo siempre.
Se ha quedado para que
no te ocurra eso, por eso visítalo con toda la frecuencia que puedas y tómalo
como alimento.
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