El hombre quiere vivir de acuerdo con el sello que está
escrito en su corazón. Es decir, vivir en la verdad, que significa ser justo,
honrado y pacífico. Nadie quiere la guerra ni enfrentamientos, pero el egoísmo,
que también contamina el corazón del hombre hace que nazcan los enfrentamientos
y las luchas.
Y se pierde la paz, y nace la mentira, el odio y la
venganza. Y se rompe la armonía, la justicia y la verdad. Aparece el pecado que
divide y desune, y todo se vuelve oscuro quedándose en tinieblas. Se necesita
luz, una luz que deje ver la verdad y que ponga paz en el corazón del hombre.
Pero, no una luz
cualquiera sino una Luz que realmente ilumine, de sentido a la vida, llene de
amor y haciendo la paz una a todos los hombres. No hay ninguna luz terrenal que
pueda realizar tan hermosa tarea. Solo una, que viene de arriba es capaz de
transformar el corazón del hombre que se abre a su Luz. Es el Señor que pide al
Padre por nosotros.
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