domingo, 18 de marzo de 2018

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La vivencia de la Pascua nos hace experimentar esa realidad. Cuando entiendes que Jesús ha entregado su Vida para dar vida a la tuya, sientes realmente lo que significa darse y morir a tus egoísmos y a tu propia vida. Entonces comprendes lo que Él dice: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.

Luego, comprendes que seguir a Jesús es sinónimo de servicio, de renuncia y de entrega por amor para el bien de los demás. No se trata de cumplimientos y preceptos u obras que nos salvan, sino de amar y amar con misericordia y servicio, Porque, es así como nos ama el Señor y nos salva por su Infinito Amor Misericordioso.

Vivir el acontecimiento Pascual es acercarnos a la realidad de seguir a Jesús en esta actitud de servicio y de renuncia. La Cuaresma ha sido un tiempo para prepararnos y para experimentar nuestra pobreza y limitaciones que nos descubren que sin Jesús no podemos convertirnos ni ser capaces de renunciar y morir como el grano de trigo. 

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