La vivencia de la Pascua nos hace experimentar esa realidad. Cuando entiendes que Jesús ha entregado su Vida para dar vida a la tuya,
sientes realmente lo que significa darse y morir a tus egoísmos y a tu propia
vida. Entonces comprendes lo que Él dice: En
verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que
odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna.
Luego, comprendes que seguir a Jesús es sinónimo de
servicio, de renuncia y de entrega por amor para el bien de los demás. No se
trata de cumplimientos y preceptos u obras que nos salvan, sino de amar y amar
con misericordia y servicio, Porque, es así como nos ama el Señor y nos salva
por su Infinito Amor Misericordioso.
Vivir el
acontecimiento Pascual es acercarnos a la realidad de seguir a Jesús en esta
actitud de servicio y de renuncia. La Cuaresma ha sido un tiempo para
prepararnos y para experimentar nuestra pobreza y limitaciones que nos
descubren que sin Jesús no podemos convertirnos ni ser capaces de renunciar y
morir como el grano de trigo.
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