martes, 20 de marzo de 2018

Resultado de imagen de Jn 8,21-30
La vida presenta muchas tentaciones que pueden sacarnos de nuestra línea de conducta. El hombre y la mujer son débiles y, a pesar de su buena formación familiar, sus fragilidades les ponen en peligro y les amenazan con desviarse de su objetivo principal: la verdad y el amor. Por eso, el hombre necesita estar siempre en guardia y atento.

Hay muchas seducciones que tratan de, aparentemente presentándote la felicidad, desviarte de la verdadera felicidad. Porque, el hombre sin amor no encontrará esa felicidad que busca. Necesita ser feliz, y para ello necesita también amar. Y amar como entrega gratuita de servicio y renuncia por el bien del otro es algo superior a nuestras propias fuerzas.

Por eso, descubrir al Señor como centro y principio de nuestra vida es lo primero que tendremos que hacer. Jesús es el Señor, nuestro Camino, Verdad y Vida, y sólo en, con y por Él podemos encontrarnos y descubrir que nuestra vida tiene sentido sólo viviendo y caminando en la presencia del Señor.

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