La vida presenta muchas tentaciones que pueden sacarnos de
nuestra línea de conducta. El hombre y la mujer son débiles y, a pesar de su
buena formación familiar, sus fragilidades les ponen en peligro y les amenazan
con desviarse de su objetivo principal: la verdad y el amor. Por eso, el hombre
necesita estar siempre en guardia y atento.
Hay muchas seducciones que tratan de, aparentemente presentándote
la felicidad, desviarte de la verdadera felicidad. Porque, el hombre sin amor
no encontrará esa felicidad que busca. Necesita ser feliz, y para ello necesita
también amar. Y amar como entrega gratuita de servicio y renuncia por el bien
del otro es algo superior a nuestras propias fuerzas.
Por eso, descubrir al
Señor como centro y principio de nuestra vida es lo primero que tendremos que
hacer. Jesús es el Señor, nuestro Camino, Verdad y Vida, y sólo en, con y por
Él podemos encontrarnos y descubrir que nuestra vida tiene sentido sólo viviendo
y caminando en la presencia del Señor.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.