Los animales no tienen nada en qué pensar. Su programa está
ya en marcha. Ellos sólo tienen que obedecer a sus instintos. Tiene una
inteligencia dirigida, establecida y programada. Por eso, siempre harán lo
mismo y no progresan. No son responsables de sus actos, pues están inclinados
sin ninguna opción a ellos.
Sin embargo, la criatura por excelencia y predilecta del
Señor, el hombre, ha sido creada a su imagen y semejanza. Pensamos y podemos
rechazar la Voluntad de nuestro Creador, porque Él nos ha creado libres y con
capacidad de decidir. Así que podemos elegir el bien o el mal. Cosa que otros seres
animados no pueden elegir.
Y para esa labor nos
ha elegido. A unos directamente, cuando empezaba su labor anunciadora en este mundo. A otros, por el
Bautismo, en el tiempo de nuestro tiempo, valga la redundancia. Porque, Él es
Señor de vivos y muertos, y está siempre presente. Otra cosa es nuestra
respuesta, que mientras haya vida hay esperanza.
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