Responder a la llamada del
Señor nos va a exigir renunciar a nuestros proyectos y planes. Y eso, además de
costarnos, no lo entendemos. Los caminos del Señor son diferentes a los
nuestros. Tanto María como José no entendían esas exigencias del Señor, pero se
doblegaron a su Voluntad. Esa obediencia descubre una gran confianza.
Por eso, preparar la Navidad
no es otra cosa que la de abrir nuestro corazón a esa obediencia y fidelidad a
la Palabra del Señor. ¿Qué quiere el Señor de nosotros en este nuevo día? ¿Y
estamos nosotros dispuestos a obedecerle y ponernos en sus Manos? ¿Tratamos de
discernir y morir a nuestros planes y proyectos según la Voluntad del Señor?
Seguro que nos resultará difícil. No porque no
tratemos de esforzarnos en ello, sino porque no sabremos con exactitud qué
camino tomar. Necesitamos tiempo, serenidad y, sobre todo, fe y confianza. El
Señor nos irá modelando e indicándonos el camino. No desesperemos. Para Él una
vida es un instante, y un instante todo un camino. Tengamos paciencia porque Él
no nos abandona.
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