Lo que da verdadero sentido y valor a tus actos es el
servicio gratuito. No se trata de servir por un salario, sino servir
gratuitamente. El amor se descubre cuando el servicio es gratuito. La gratuidad
determina la autenticidad de tus actos. Porque, sólo quien actúa gratuitamente
lo hace por amor.
María, elevada a la categoría máxima al ser elegida Madre
del Mesía que había de venir, no se detiene en mirarse a sí misma ni a vanagloriase
de su elección, sino que corre a prisa a servir a su prima Isabel, también encinta.
María pone en práctica el amor a Dios sirviendo al prójimo.
Porque, la oración
hace mucha falta, pero, para luego servir y estar en actitud de disponibilidad.
De no ser así, algo falla. Posiblemente, la oración no tiene buena intención, o
se hace con sentido de apariencia para conseguir otros beneficios. Quien reza
seriamente transforma su corazón y actúa con amor.
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