Experimentar la presencia del Señor es experimentar la
necesidad de ser salvado. Tendrás que imaginarte que estás solo delante del
peligro y, tu salvación, depende del Señor. No es que haya otro u otros que te
puedan salvar, sino que quien sólo lo puede hacer es el Señor.
Será un error, y eso nos pasa, que creemos en los amigos del
mundo. Es posible que los haya, pero ninguno podría salvarte. A lo más pueden
ser la oportunidad para que tú puedas salvarte dándote a ellos, por amor, pero
siempre por la Gracia y la Misericordia de Dios.
Cuando llegas a tomar
conciencia de que tu vida depende de Dios, y que Él la ha puesto en tus manos,
entiendes que devolvérsela y ponerlas en sus Manos es tu mejor opción. Y eso lo
haces tratando de parecerte a Él. Y el único camino es tratar, contando con su
Gracia, amar como Él te ama.
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