El hombre sólo tiene una vida para poder ser feliz. Porque,
la otra, la verdaderamente eterna dependerá de esta que vives ahora. Está, la
presente, es la oportunidad para ganar la otra, y sólo tienes una forma de
obtenerla. No con dinero, ni con éxito, ni fama, ni grandes obras ni otras
cosas que puedas hacer. Se trata simplemente de amar.
Amar como Jesús nos ama. Ese ha sido el único mandato que
nos ha mandado. No novenas; no actos de piedad; no cumplimientos. Simplemente
amar como Él nos ama. Y eso no es fácil, sino imposible. Imposible si quieres
hacerlo a tu manera y como tú piensas y quieres. Sin Él no podrás hacerlo.
Y para eso si te son
necesarias las novenas, las prácticas, las celebraciones, los cumplimientos, la
oración y, sobre todo, la Eucaristía. Momento cumbre de encuentro con el Señor
y de donde tomamos las fuerzas de su Espíritu para imitarle y parecernos. El
Centurión, sin conocer al Señor, se preocupó por su siervo y en él se encontró
con Jesús.
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