Cuando caminas tu ánimo está estable, se siente seguro y,
por lo tanto, caminas concentrado y confiado si tus esperanzas están bien
fundadas. De otra manera, todo se vuelve inestable, inseguro y los miedos te
hacen perder la estabilidad y todo se vuelve peligro y amenaza.
El ser humano necesita seguridad y apoyo. Y se camina cuando
experimentas que estás apoyado en alguien que te puede sacar del apuro o te
puede dar descanso y apoyo. Sin esa referencia la vida se vuelve insegura, insípida
y sin rumbo. De ahí la importancia de la familia, que protege y da seguridad.
Vivir sin esperanzas
es una locura, y en un grado de alta posibilidad termina en depresión o
disparate, que conduce a ubicarte en una vida desestructurada y desordenada.
Eso trae malas consecuencias que terminan mal. Por eso, Jesús, conociendo como
nos conoce, se ofrece hoy como apoyo y descanso para todos aquellos que están
fatigados y sobrecargados.
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