jueves, 16 de noviembre de 2017

Y de igual forma, Jesús no vendrá con estruendo ni con ruidos que llamen la atención, porque Jesús no busca destacar ni sorprender. Jesús busca salvarnos y nos avisa con humildad y con su presencia en nuestro corazón. Se ha quedado dentro de nosotros y nos llama a vivir en el amor.

No pretendamos correr detrás de Él, porque cuando llegue el momento se dejará ver como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del Cielo. Ese es el Señor que vendrá a cumplir su Palabra y su Promesa. Pero, primero, padeció mucho y fue rechazado por esta generación.

No sabemos el día ni la hora. Nos lo ha repetido varias veces, y su venida será repentina, sin avisar, como rayo fulgurante, nos dice el Evangelio. Una venida llena de luz y de gloria, pues será para llevarnos con Él a la Vida Eterna. Esperanza que nos mantiene expectante y vigilantes. Vigilantes desde nuestro corazón, donde le encontramos y donde ya gozamos de su presencia.

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