Una cosa es entregarnos al mundo y otra muy distinta tratar
de estar en el mundo y vivir sin pertenecer a él. Porque, lo primero es
autoengañarnos y distorsionar la realidad, pues, entregándonos al mundo
significará que dejaremos a Dios y nos dedicaremos a gozar de lo que el mundo
nos ofrece.
Necesitamos alejarnos de todo aquello que, oliendo a mundo
placentero, cómodo, ambicioso, exitoso, de fama y hedonista, nos pervierta y
nos aleje del espíritu de fraternidad y amor. Necesitamos fortalecernos en un
espíritu que nos lleve a sensibilizarnos en el compartir y desterrar el sufrimiento
y la injusticia.
Necesitamos, como
aquella viuda pobre, abrir nuestros corazones y disponernos a estar en una
actitud de entrega, de servicio y de esfuerzo en compartir fraternalmente
nuestras vidas con aquellos que más lo necesitan y quienes menos tienen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.