Hay muchas clases de banquetes y fiestas. Durante nuestra
vida hemos asistidos a muchos, pero todos tienen un mismo denominador común,
terminan y todo sigue igual. La vida vuelve a su ritmo y los problemas continúan
de la misma forma. Y, eso en el mejor de los casos, porque otros nos dejan
vacíos y, quizás, más cansados. Pero, son caducos y cierto tiempo después volvemos
a estar sedientos y con hambre.
Por eso, lo verdaderamente importante es discernir cual es
el mejor banquete, y no perder el tiempo con muchos banquetes y fiestas para
permanecer siempre en el mismo sitio y más insatisfechos y vacíos. Y eso nos
exige estar despierto y atentos para acudir a la llamada del único y verdadero,
el que nos da eso que todos buscamos, la Vida Eterna.
Sin lugar a duda, ese
Banquete vendrá de la Mano del Señor. Porque, Él es el único que da la Vida
Eterna y ha venido a dárnosla. Por eso nos invita, quiere llenar su casa y
darnos ese Banquete que todos buscamos incesantemente y que confundidos lo
buscamos en las cosas de este mundo. Pongamos esa invitación como lo primero de
nuestra vida.
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