martes, 14 de noviembre de 2017

Es lógico y de sentido común que el empleado sirva al patrón, y cuando haya cumplido con su deber no espere a que se lo agradezcan, pues ha hecho lo que se le había mandado y para lo que se le había contratado. Su paga está incluida en su contrato.

Sin embargo, no sucede eso en muchos casos. Hay obreros que esperan más y se molestan si su labor no es correspondida con alguna recompensa o reconocimiento. Recibimos lo acordado, pero estimamos que merecemos más y pedimos más por nuestra labor y compromiso.

Algo así debe ocurrirnos a nosotros, pues habiendo recibido todo gratuitamente, queremos que se nos gratifique más por nuestras buenas obras. Supongo que si leemos el Evangelio de hoy –Lc 17, 7-1o- nos quedará todo bien claro. Nuestra recompensa está ya pagada y, simplemente, nos espera cuando hayamos cumplido con nuestra misión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.