Es indudable que el camino bienaventurado no es fácil. Diría
que es imposible si lo emprendemos desde nuestra iniciativa personal. Porque,
somos seres tocados y heridos por el pecado, y, solos, el Maligno tiene poder
para vencernos. Necesitamos ayuda, pero no de cualquiera, sino del Único que
puede ayudarnos a vencer.
En esa disyuntiva está la clave. Quienes creen y se fían de
la Palabra de Dios, como es el caso del Evangelio de hoy: “Estad alegres y
contentos, porque vuestra recompensa
será grande en el cielo”, y aquellos que, desconfiados se dejan llevar por las
seducciones de este mundo. Tú y yo tenemos la palabra, el mundo o Dios.
Paralelamente a esto,
hay muchos otros que, confundidos por el poder del Maligno, proponen otros caminos
disfrazados de dioses falsos o alternativos al único y verdadero. Porque, sólo
hay uno, no puede haber varios. Y ese único ha dejado su camino bien señalado.
Es el Resucitado y el que ha dejado como continuadora de su misión a la
Iglesia, que nos señala a Jesús como Camino, Verdad y Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.