Ante las dificultades que la
vida les plantea a los hombres que buscan aparentar, pero vivir según sus
proyectos e intereses, muchos se esconden en la apariencia y tratan de decir
una cosa y hacer otra. Por eso, cumplir la ley no siempre dice la verdad,
porque en ella se esconde también la mentira.
Ante todos estos problemas y
apariencias, Jesús, al ser advertido de la presencia de su Madre y hermanos
dejó muy claro que quienes pretenden ser sus discípulos, madre y hermanos
tendrán que cumplir con la Voluntad de su Padre. Esos, los que lo hacen, serán
su madre, sus hermanos y amigos.
Sabía lo que decía, pues su Madre fue la primera
criatura que, obedeciendo la Voluntad de Dios, se sometió a su Voluntad. Ella
fue la humilde de Nazaret, elegida para ser la Madre del Verbo encarnado, que,
humillada ante el Señor puso humildemente su vida en sus Manos.
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