miércoles, 25 de octubre de 2017

Sucede en nuestro mundo que lo que ocupan puestos de responsabilidad son aquellos que se ganan la confianza de sus jefes y poseen las cualidades que estos les piden. Hay una primera etapa en la que hay que ganarse la confianza del jefe, y eso se hace cumpliendo sus órdenes y siéndole fiel. Cuando el dueño confía en su empleado, deposita en él su confianza.

Sin embargo, puede también ocurrir lo contrario, que el empleado no se gane la confianza del dueño y este le sorprenda haciendo no lo que le había mandado. Entonces le apartará y le despedirá. Por supuesto, el empleado sorprendido cumpliendo las órdenes mandadas será dichoso y bien considerado. No así con el que es sorprendido incumpliendo lo mandado.

El Evangelio de hoy nos viene a decir eso, la de estar vigilantes y preparado haciendo lo que debemos hacer. Cumpliendo el mandamiento del amor, tal y como el Señor lo cumple con nosotros. Porque, Él ha depositado toda su confianza en nosotros y nos ha dado libertad para que amasemos como Él nos ama. Estemos preparados porque vendrá sin avisarnos, y seremos dichosos de ser sorprendidos amando como Él nos ama.

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