Los enfrentamientos nacen por
la codicia y la ambición. Las herencias, el poder, el ser yo más que tú, la
envidia y muchas cosas más terminan enfrentando a los hombres y destruyéndolos.
No cabe duda que, serenos y en paz, reflexionamos un poco y le vemos el
verdadero sentido a la vida. De nada vale afanarnos por tanto cuando no
necesitamos tanto.
La historia se repite una y
otra vez Se hacen fortuna con trabajo o ilegalmente, pero, tanto de una u otra
forma el resultado es el mismo. ¿Quiénes heredan esas fortunas? ¿Para qué tanto
enfrentamientos o ilegalidades? ¿Para quienes serán?
Jesús nos lo pone hoy muy claro en el Evangelio. La
vida, nuestra vida, no depende de los bienes ni de las riquezas. Ni siquiera de
tu poder. La vida se te escapa en cualquier momento porque no te pertenece. ¿Y
luego qué? Preocúpate de lo principal, de atesorar tesoros en el Cielo que son
incorruptibles y eternos.
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