lunes, 16 de octubre de 2017

El hombre es un animal atribulado y sufre sus propias indecisiones. Su libertad para elegir le aflige en muchos momentos y se pierde en un mar de dudas. La fe nace en la duda, pues para salir de ella se necesita apoyarse en la fe. Sin duda nuestra fe sobraría, porque al no existir la duda sobraría la fe.

La incertidumbre y el riesgo exigen fe. Fe en Aquel que su Palabra te da confianza y de la que nace su Poder de vencer a la muerte. Jesús ha Resucitado y Él es la señal que nos salva y que nos basta. No hay más señales pues todo lo necesario está en el signo de la Cruz. Señal redentora y salvadora.

Por eso, será inútil recabar y exigir más señales como si de una apuesta se tratara. Es absurdo exigir pruebas y señales para calmar nuestra incipiente fe y satisfacer nuestra curiosidad. No haría falta la fe si todo fuese tan cierto y seguro. ¿Para qué entonces venir el Señor, proclamar y padecer su Pasión? No tendría sentido si ahora el Señor nos saca de dudas. Te pide tu confianza y tu fe.

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