El amor es el móvil que nos empuja a respetarnos, a
tratarnos con respecto, a ponernos en un mismo plano de igualdad y a ser
verdaderos y justo y crear espacios de paz y convivencia fraterna. Sería
absurdo pensar un mundo sin amor. Pero, para que el amor sea el centro y rey de
nuestra vida tendremos que clarificar bien qué es.
Porque, amar no son sentimientos, ni afectos, ni caricias,
ni intereses, ni beneficios, ni gustos, ni nada que me haga la vida más bonita,
porque el amor, ya de por sí, da sentido a la vida y la hace bella. Amar no son
pasiones ni satisfacciones, porque amar no es egoísmo. El amor es un compromiso
por el que yo me comprometo contigo y con otros a hacer un mundo mejor, de
justicia, de verdad y de paz.
Amar es descubrir que
Dios me quiere con un amor total y comprometido. No me quiere por mis actos, ni
por ningún interés, pues nada le puedo dar. Todo le pertenece. No me quiere
porque me porte bien ni porque hago su Voluntad. Me quiere por amor y por eso
está comprometido. Me quiere sin condiciones y me anima a que yo quiera también
de esa manera. Tal y como Él me quiere.
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