Dios te ha puesto en esta viña del mundo. Ha cavado un lagar
y ha edificado una torre. Eres tú, que con esos talentos y cualidades recibidas
deberás producir frutos para entregárselos al Señor cuando vuelva en busca de
ellos. Tú eres su viña y de ti espera esos frutos.
Es posible que tú, también yo, no lo veamos así, y que
experimentemos la necesidad de revelarnos y de apropiarnos de esa viña para
hacerla rendir según nuestros intereses. Eso nos obligará a rechazar a los
siervos del dueño y a matar al hijo enviado. Y eso lo hacemos cada instante que
tomamos un camino o atajo contrario a los mandatos de Dios.
Podemos ser muy bien
esos a los que el Señor se refiere. Y conocemos por sus Palabras lo que
significa estar en esa situación. Seremos desposeídos de esas viñas y les serán
entregadas a otros. Perderemos todo lo que tenemos y hasta nuestra propia vida.
¿Nos vamos a quedar sin reaccionar?
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