martes, 24 de octubre de 2017

Cuando tu vida empieza a complicarse y las cosas no salen como tú habías pensado, tu energía y tu ímpetu se desmoronan y la resignación empieza a nacer dentro de tu corazón. De cualquier forma, adviertes que la mitad de tu vida, en el mejor caso, es agradable y goza de cierta felicidad. Pero, en la otra, aparepensamce la tristeza y la amargura.

Entonces es el momento de la elección. Estás ante una disyuntiva fundamental, tomar el camino de la vida, o resignarte a vivir esperando el momento de tu muerte. En el primer caso todo es diferente, y, a pesar de que hayan días oscuro y tormentas, la esperanza de un final feliz y gozo eterno te mantiene firme y con deseos de seguir remando.

Pero, en el segundo caso, caminas hacia la muerte. Una muerte con la que pierdes todo lo que tienes. Luego, piensas que tus esfuerzo de nada han valido, ni tampoco tus sufrimientos y tristezas. Quizás empieces a pensar en lo absurdo que es vivir sin esperanza. Una esperanza que sólo en Dios tiene sentido y que Él mismo te ha revelado. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

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