viernes, 27 de octubre de 2017

Cuando reflexionaba sobre la suficiencia de nuestro saber y predecir, pensé en aquel hombre que, por la obtención de una gran cosecha, tenía su vida resuelta. Entonces, se preguntó qué hacer el resto de su vida, y se le ocurrió construir grandes almacenes para así guardar toda su cosecha y darse la buena vida banqueteándose de fiesta en fiesta –Lc 12, 18-.

De alguna manera muchos de nosotros pensamos lo mismo. Ahora que soy joven viviré mi vida y cuando sea mayor trataré de mirar por mi vida y levantar mi mirada al cielo. Me pongo de ejemplo, porque confieso que en algún momento de mi vida pensé así. Luego, me identifico con el hombre de la parábola. Y es que no estamos muy lejos de su pensamiento.

Nos ocurre también lo del Evangelio de hoy. Conocemos el tiempo respecto a la lluvia o tempestades, y nos interesamos en ello, pero, ¿y del tiempo de nuestra vida? ¿Acaso, tratamos de pensar cómo lo gastamos? ¿O hacia dónde caminamos? ¿Pensamos qué nos puede pasar al instante siguiente de nuestra vida? ¿Es qué somos dueño de ella? ¿No estaremos comportándonos como verdaderos necio como nos señala Jesús en la parábola? ¿O es qué ignoramos lo que está bien o mal?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.