lunes, 7 de agosto de 2017

Sin embargo, Jesús se compadece y les cura, y viendo su lejanía y la necesidad de comer, se compadece y les da pan. Hace entonces el milagro de los panes y los peces. Posiblemente, nosotros no advirtamos que con Jesús podemos también arreglar muchas cosas. El Señor nos descubre que Él está entre nosotros y se nos brinda a que le pidamos  la solución de nuestros problemas.

También nosotros podemos hacer más de lo que pensamos. La cuestión es compartir y ayudar a aquellos que tienen hambre. Claro, es necesario dar de comer, pero, para eso se necesita apetito y deseos de buscar ese alimento. Estando quieto y parado no se consigue nada.

Pero, también tenemos que estar atentos y alerta a la compasión y a la caridad. Quizás haya mucha gente sin saber a dónde ir ni dónde alimentarse espiritualmente. Porque, no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Necesitamos el pan material y el espiritual, y así lo tenemos que pedir, pero también poner todo lo que está de nuestra parte.

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