María asume la carnalidad de la encarnación del Hijo del
Hombre, y como tal, su carne humana, donde estuvo gestándose nuestro Señor
Jesús, Resucitado para Gloria de Dios, no podía corromperse. Y fue asunta al
Cielo de forma directa.
Así, porque es algo que nace de la lógica y del sentido
común, María fue asunta al Cielo sin pasar por la sepultura. Dogma de fe
proclamado por el Papa Pio XII en el año 1950. Y desde ese gozo y alegría de
sabernos con una Madre en el Cielo. También nosotros, porque nuestra Madre nos
espera, vivimos en la esperanza de resucitar, promesa de su Hijo Jesús, y
reunirnos con ellos en el Cielo.
Pidamos a nuestra
Madre que interceda por cada uno de nosotros. Primero, para que nuestro corazón
de piedra se transforme en un corazón de carne, lleno de bondad y misericordia,
y vivamos en la actitud y disponibilidad de servir amando. María, Madre de Dios,
ruega por nosotros.
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