martes, 15 de agosto de 2017

María asume la carnalidad de la encarnación del Hijo del Hombre, y como tal, su carne humana, donde estuvo gestándose nuestro Señor Jesús, Resucitado para Gloria de Dios, no podía corromperse. Y fue asunta al Cielo de forma directa.

Así, porque es algo que nace de la lógica y del sentido común, María fue asunta al Cielo sin pasar por la sepultura. Dogma de fe proclamado por el Papa Pio XII en el año 1950. Y desde ese gozo y alegría de sabernos con una Madre en el Cielo. También nosotros, porque nuestra Madre nos espera, vivimos en la esperanza de resucitar, promesa de su Hijo Jesús, y reunirnos con ellos en el Cielo.

Pidamos a nuestra Madre que interceda por cada uno de nosotros. Primero, para que nuestro corazón de piedra se transforme en un corazón de carne, lleno de bondad y misericordia, y vivamos en la actitud y disponibilidad de servir amando. María, Madre de Dios, ruega por nosotros.

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