No cabe ninguna duda de que el hombre necesita un ideal para
sostenerse y activar su camino. Un ideal que le mantenga en alerta y movimiento
a cada momento. Desdibujado ese ideal su norte se desmorona y cae en depresión
y abandono. Así, muchos terminan en la indigencia y en el sin sentido.
Vivir en esas condiciones es absurdo. Nada importa y todo
vale. No hay camino, sino vagancia y, como ambulantes sin rumbo, su vida se limita
a alimentarse de lo que encuentra y de la limosna. También la vida, cuando perdemos
lo primero y principal, caemos en ese peligro.
Y lo primero es el
Señor, nuestro Señor Jesucristo. Él es el único Camino, la única Verdad Vida.
Porque teniéndolo a Él, todo lo demás se nos irá dando por añadidura. Sin
embargo, pocos son los que le anteponen a todo, pues es más importante el
tiempo, la hora, la comodidad y…Se antepone cualquier comodidad que buscarle en
la comunidad. Y, claro, así se nos pierde y no encontramos fuerza para darnos a los demás.
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