Dios nos ama y nos lo ha dicho muchas veces. En la carta 1ª
de Jn - 4, 7-16 –, Juan nos descubre cómo y cuánto nos ama Dios. Por eso ha
enviado a su Hijo a salvarnos, que nos revela hasta donde llega el amor de Dios
en la parábola del Padre amoroso o hijo pródigo – Lc 11, 15-32 -. Un Dios, que
nos ama de esa forma, no puede permitir que nuestra vida acabe.
Y es lógico, porque dentro de cada uno de nosotros existe
esa llama que sólo espera, ser prendida por nuestra fe, confianza y esperanza.
Pero, que también puede apagarse por los vientos y tempestades de este mundo y
ahogarse en la oscuridad de la noche. Por eso necesitamos confiar y creer en el
Señor, porque Él ha vencido a la muerte.
Es el caso y la
situación de Marta, que muerto su hermano Lázaro, le pide a Jesús que le
resucite. Y Jesús, para gloria de Dios, lo hace. Para que todos veamos que Él
es el Señor de la Vida y la Muerte. Y para que, como Marta, podamos decir: “Sí,
Señor: yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir
al mundo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.