sábado, 29 de julio de 2017

Dios nos ama y nos lo ha dicho muchas veces. En la carta 1ª de Jn - 4, 7-16 –, Juan nos descubre cómo y cuánto nos ama Dios. Por eso ha enviado a su Hijo a salvarnos, que nos revela hasta donde llega el amor de Dios en la parábola del Padre amoroso o hijo pródigo – Lc 11, 15-32 -. Un Dios, que nos ama de esa forma, no puede permitir que nuestra vida acabe.

Y es lógico, porque dentro de cada uno de nosotros existe esa llama que sólo espera, ser prendida por nuestra fe, confianza y esperanza. Pero, que también puede apagarse por los vientos y tempestades de este mundo y ahogarse en la oscuridad de la noche. Por eso necesitamos confiar y creer en el Señor, porque Él ha vencido a la muerte.

Es el caso y la situación de Marta, que muerto su hermano Lázaro, le pide a Jesús que le resucite. Y Jesús, para gloria de Dios, lo hace. Para que todos veamos que Él es el Señor de la Vida y la Muerte. Y para que, como Marta, podamos decir: “Sí, Señor: yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.