lunes, 29 de mayo de 2017

Sin embargo, Jesús nos descubre que seguirle nos trae complicaciones, preocupaciones y sufrimientos. Es extraño, pero seguir a Jesús significa tomar tu propia cruz y padecer como Él padeció. No hay engaño, pues habla muy claro y nos avisa al respecto.

Sabe que nuestra fe va a pasar por muchas pruebas, y pruebas duras que nos pondrán a prueba, valga la redundancia. Por eso nos matiza nuestra fe y alegría: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

 Pero nos alienta y nos da esperanza y ánimo. Sabe de nuestra debilidad y nos transmite que con Él venceremos también al mundo. Y nos repite: Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

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