miércoles, 3 de mayo de 2017

Quizás sea el pecado. Pecado de soberbia que nos impide ser humildes y aceptar la verdad. O, al menos, creer en ella. Ocurre que cuando estamos ensoberbecidos la mente se ciega y no vemos nada, o no queremos ver. Incluso, ni las obras nos hacen reaccionar. Quedamos perplejos y ciegos.

De cualquier manera nos hará falta fe. Sin la fe no podremos entender ni comprender nada. Entre otras cosas, porque nuestra inteligencia no es capaz de abarcar ni asimilar tal misterio. Necesitamos apoyarnos en sus buenas obras, que nos superan, y dejarnos guiar por su Palabra. Su Gracia nos infundirá la fe que necesitamos.

Pidamos esa confianza, pues es el mismo quien nos invita a pedírselo y nos lo promete: Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré». Está claro, pidamos que nos aumente la fe.

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