Los conflictos sociales nacen en los egoísmos e intereses de
los hombres. Cuánto más se desea más guerra se genera. Porque los deseos son
fuentes que arrastran al incumplimiento y a la injusticia. Cuando esos deseos
son controlados, apagados si las posibilidades no lo permiten, reina la paz y
la concordia.
Sin embargo, cuando se quieren satisfacer por encima de
todo, nacen las guerras, los enfrentamientos y conflictos que siembran
discordia, envidias, soberbias…etc. El pecado habita en el corazón del hombre y lo destruye en su camino mundano. El hombre necesita una orientación y un
crecimiento, escrito en su corazón.
Pero, cuando el
hombre abre su corazón y saca lo que está escrito en él, la huella del Amor de
Dios se hace vida y el hombre recobra su camino y su sentido. Todo se hace Luz. Pronto descubre
que el amor es el único y verdadero camino, y con él florecen todas las
virtudes que hacen al hombre feliz y le conducen al Reino de Dios.
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