Es bueno buscar la paz y la
tranquilidad, porque sólo en ellas podemos ser capaces de encontrar respuestas
y soluciones a nuestros problemas. Eso es lo que nos dice Jesús en el Evangelio
de hoy: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy
como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Y es que la paz
del mundo se esconde en intereses y ambiciones que son puestas como condición
para negociar la paz. Jesús nos la ofrece gratuitamente y desencarnada de toda
ambición y egoísmos que provocan enfrentamiento y luchas entre los hombres.
Porque la Paz del Señor es una Paz pura,
limpia de toda mancha y puesta al servicio de todos los hombres. Una Paz que
hace posible un Reino de justicia, de verdad y de amor.
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