María supo esperar y soportar aquellos momentos de
incertidumbre. Es de suponer que Ella había hablado con su Hijo de estos
momentos de dolor. ¿Qué hijo no le cuenta a su madre lo que le sucede o lo que
le va a pasar? María, posiblemente, estaría preparada para tanto dolor y
sufrimiento.
Sin embargo, aún sabiendo el camino y la ruta, se hace muy
difícil encajar este dolor. Y, además, de la manera que se produjo, con tanto
escarnio, castigo y dureza. Eso sí supongo que María no podía suponerlo.
Miremos en aquellas madres que pierden a sus hijos después de una larga
enfermedad. Lo esperan, pero el dolor se hace insoportable.
Hoy es un día para
acompañar a María. Un día de silencio, de meditación, de diálogo interior,
donde podamos revisar nuestras actitudes en el camino y donde no podemos perder
de vista que nosotros también vamos, pase lo que pase, injertados en Jesús,
hacia la Resurrección. Esa idea nos debe dar esperanza, fortaleza y voluntad
para soportar todas las dificultades del camino. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
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