La vida nos descubre
que siempre que entramos a formar parte de una entidad, buscamos ciertas
ventajas e intereses. No se forma parte de algo sin saber que puedo obtener a
cambio. Nos ocurre eso también con la Iglesia. Acudimos a ella pensando que la
vida nos puede ir mejor, y, por si acaso, nos acogemos a ella.
En cierto modo, los
Sacramentos representan posibles ventajas que nos pueden ayudar. Y aclamamos al
Señor pensando en ello. Pero, la experiencia nos dice que no ocurre nada,
incluso las cosas pueden empezar a empeorar. Esa entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén puede descubrirnos y explicarnos esa experiencia que tenemos.
Seguir a Jesús es un camino difícil y en el que
tenemos que aprender a amar. Amar dejándonos a nosotros y pensando en los
otros. Esa fue la experiencia y testimonio de vida que Él nos dio. Y como Él
nos ama. Por eso, los que creemos en Él alcanzaremos también la Resurrección
como Él. Quizás esa sea la significación de su humilde entrada, mal entendida, en Jerusalén.
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