Cuando el testimonio de lo
que nos gustaría creer existe, todo es fácil y nuestra fe brota enseguida y
hasta se expresa, se nota y se vive. Pero, cuando la fe nos exige renuncia,
sacrificio y buscar la justicia y la verdad, todo se ve de otra manera, y hasta
se trata de falsear.
Se nos hace difícil creer que
Jesús ha Resucitado. Incluso, para aquella mujer que le seguía fielmente. Busca
un cadáver, porque no entra en su cabeza la Resurrección. Y su alegría se
desborda y corre a anunciarlo a los discípulos. El Señor vive y me ha dicho: ‘Subo a mi
Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’».
No declara y revela que también nosotros
somos hijos de su Padre e hijos de su Dios. Nos hace, por sus méritos para
Gloria de su Padre, hijos y herederos. ¿Cómo no nos va a resucitar el Padre
también a nosotros siendo sus hijos? Con la Resurrección del Señor también
nosotros, si creemos en Él, resucitaremos.
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