Tiene mucho sentido común manifestar que sólo los enfermos
necesitan médico. Y, de la misma forma, sólo los pecadores necesitan ser
perdonados. No sería lógico que alguien que se considere limpio busque ser
perdonado. Por lo tanto, quien ha venido a perdonar necesitará a quienes
necesiten perdón.
No saben lo que dicen aquellos que confiesan: «Este
acoge a los pecadores y come con ellos». Y es que no puede ser de otra manera. ¿Cómo va a perdonar a
lo que consideran que no tienen nada de lo que pedir perdón? Los que así
murmuran descubren su ignorancia y su necedad.
Son, quizás, los más
necesitados de perdón. Están ciegos y desorientados y encarnan al hermano mayor
de la parábola que Jesús les cuenta. Todos quedamos retratados en ese hermano
mayor que está en la Casa, pero lejos del corazón del Padre. Se limita a
obedecer y cumplir, pero con eso no basta. Falta el amor.
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