La prudencia es buena compañera, pero a veces se agarra
mucho y llega a paralizarte. El queso hay que salir a buscarlo, porque puede
ser que se haya cambiado de lugar. Y no es bueno quedarse esperándolo, porque
puede ocurrir que no venga más.
De la misma manera, la felicidad exige movimiento, cambio,
búsqueda y fe. Fe y esperanza en la búsqueda, que alienta nuestro camino y nos
fortalece para seguir. Pero no una esperanza y fe en nuestras simples fuerzas,
sino en Aquel que nos ha revelado el Amor de su Padre que nos salva.
Porque, con nuestras
fuerzas no conseguiremos lo que buscamos. Necesitamos la Gracia del Señor para
vencer a aquel que quiere destruirnos y seducirnos con su poder terrenal. Y
necesitamos creer en su Poder para expulsarlo y vencerlo. Un Poder que queda
manifiesto delante de todos al devolverle la palabra a aquel mudo poseído por
un espíritu maligno - Lc 11,14-23 -.
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