Es un craso error pensar que
los cumplimientos son una carga. No están por capricho sino para ayudarnos a
mejorar y a perfeccionarnos. Y en la medida que los cumplamos experimentaremos
el gozo y la paz que nos embarga y nos satisface. Si bien, lo verdaderamente
importante es estar unidos a Dios.
Porque es el Señor quien nos
libera y nos salva. No nos salvamos por los cumplimientos, sino por el Amor de
Dios, que nos rescata y nos perdona misericordiosamente de todas nuestras
culpas y pecados. Y es de sentido común que estando unidos al Señor cumpliremos
todos sus mandatos.
Porque amar es hacer el bien, cumplir la ley y buscar
el bienestar y la salvación de todos los hombres. Luego, vivir en el Amor de
Dios es vivir en el espíritu de la Ley y los profetas que, por la Gracia de
Dios, están para la salvación del hombre.
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