Y necesitamos hacer el esfuerzo de tenerlo en cuenta, porque
eso puede ayudarnos. Los sentimientos están ahí, dentro de nosotros, y no nos
ayudan a acercarnos a los más pequeños y desvalidos. Necesitamos vencerlos y
dominarlos con nuestra voluntad y hacer lo que nos dice el corazón.
Incluso luchando contra el sentimiento que lo repele y busca
su propio ego y gozo. Amamos cuando sabemos sobreponernos a nuestros
sentimientos de repulsa y comodidad y, por supuesto, con la Gracia de Dios los
vencemos. Esa es la clave del amor.
El amor no es un
sentimiento, ni son afectos ni caricias. El amor es un compromiso libre,
voluntario y gratuito, que se hace aun no sintiéndolo, pero sí con compromiso y
responsabilidad, porque entiende que hay que hacer el bien. Eso es realmente
amar.
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