sábado, 25 de febrero de 2017

La pureza necesita luchar contra lo impuro. Te mantienes puro cuando eliminas lo impuro. Y esa es la lucha, el cribar tus buenos y malos pensamientos e intenciones, para, desechando las malas quedarte con las buenas y sostener tu corazón limpio y bien intencionado.

Un corazón reciente, de niño, se mantiene puro. No ha dado tiempo de contaminarse y sus intenciones son buenas y abiertas a hacer caso y obedecer. Un corazón nuevo es dócil y presto a recibir enseñanzas y a cumplirlas. No obstante, la educación empieza de pequeño y es el momento cuando se es más maleable a ser moldeado.

Por eso, Jesús nos indica hoy que tenemos que tener un corazón de niño. Es decir, en mi humilde opinión entiendo que tenemos que estar abierto a la Palabra recibida; abiertos a disponernos a la conversión; abiertos a las buenas intenciones y a ser dóciles a las enseñanzas de Jesús.

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