La pureza necesita luchar contra lo impuro. Te mantienes
puro cuando eliminas lo impuro. Y esa es la lucha, el cribar tus buenos y malos
pensamientos e intenciones, para, desechando las malas quedarte con las buenas
y sostener tu corazón limpio y bien intencionado.
Un corazón reciente, de niño, se mantiene puro. No ha dado
tiempo de contaminarse y sus intenciones son buenas y abiertas a hacer caso y
obedecer. Un corazón nuevo es dócil y presto a recibir enseñanzas y a
cumplirlas. No obstante, la educación empieza de pequeño y es el momento cuando
se es más maleable a ser moldeado.
Por eso, Jesús nos
indica hoy que tenemos que tener un corazón de niño. Es decir, en mi humilde
opinión entiendo que tenemos que estar abierto a la Palabra recibida; abiertos
a disponernos a la conversión; abiertos a las buenas intenciones y a ser
dóciles a las enseñanzas de Jesús.
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