viernes, 3 de febrero de 2017

Juan el Bautista fue decapitado por decir la verdad. Y Jesús tuvo que ausentarse a la muerte de Juan para evitar caer en manos de aquellos que también maquinaban matarle. Su fama se extendía por toda la comarca y muchos no querían reconocerle. Pensaban que era el espíritu de Juan que había resucitado.

A fin de cuenta, siempre hay excusas cuando se quiere disfrazar la verdad y revestirla de mentira. Los autoengaños están a la hora del día. Se buscan justificaciones distorsionando la realidad y tiñéndola de mentira. De tal modo que Jesús, que hace el bien, es un exaltado y un revolucionario.

Cuando se vive en la mentira se falsea todo lo que se dice y se confunde la dignidad con lo que no está bien. No se tiene palabra cuando se cumple, satisfaciendo, algo que no es lícito ni justo ni bueno pedir. La vida de un hombre no se puede pedir a cambio de esto o lo otro. Porque no está en venta.>

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