Juan el Bautista fue decapitado por
decir la verdad. Y Jesús tuvo que ausentarse a la muerte de Juan para evitar
caer en manos de aquellos que también maquinaban matarle. Su fama se extendía
por toda la comarca y muchos no querían reconocerle. Pensaban que era el
espíritu de Juan que había resucitado.
A fin de cuenta,
siempre hay excusas cuando se quiere disfrazar la verdad y revestirla de
mentira. Los autoengaños están a la hora del día. Se buscan justificaciones
distorsionando la realidad y tiñéndola de mentira. De tal modo que Jesús, que
hace el bien, es un exaltado y un revolucionario.
Cuando se vive en la mentira se falsea todo lo que se dice y se
confunde la dignidad con lo que no está bien. No se tiene palabra cuando se
cumple, satisfaciendo, algo que no es lícito ni justo ni bueno pedir. La vida
de un hombre no se puede pedir a cambio de esto o lo otro. Porque no está en
venta.>
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